martes, 6 de mayo de 2014

Un viernes cualquiera.

No importa qué pase, ellas están por encima de mí, siempre.
Entiendo la necesidad, son una fuerza invisible, allí vienen,
las oigo, todo el tiempo, vacilantes, no se ensucian,
saben mucho, y veo así el daño, la poca importancia
tan versátil y duradera como la propia existencia,
Olvido, al fin olvido, y sin más decepción, despereza,
como saber la verdad sin mentir sobre ella. Cómo poseer
el inconsciente sin vanagloriarse de él, cómo parar los
estrechos contactos del ser y la nada ¿cómo, con signos, formular
la verdadera pregunta? ¿cómo sacarla de nuestra vida sin que
nos recuerde en la suya? Ahí está, mintiendo, siendo ignorante,
burguesa, superior por ella misma.
Con la equivocación brotando sin cesar, sin privacidad, sin vida.


                                                 Créme de l'air

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