Desnudas fiebres de
rotas brumas rompen
la corazonada de la
niebla feroz, endeble,
ruda y mía, que no puede
cruzar pero que quiere
deber hacerlo como le dice
un ronquido amigable de dulce
bondad y apego.
. . .
Donde quiero encontrar
ese arrancón de bríos y
cruzadas chocantes de un
pasado mordaz que ruge en
una cabeza de mierda, para
no dejar correr la charla
y el destino solubles en
varios besos.
. . .
Qué tiene de verde separarse
de eso que es externo a
todos si esta influencia ya
no quiere encerrarse en
eso, no pide plegarias pero
sí que canta lamentos idóneos
y malolientes.
. . .
Racimos y rosetones no van
a querer posarse en esas notas
de desilusión y pesimismo que se
trocan en motas y lunares candentes
y descoloridos, devoradores de existir.
. . .
Dancen, mudas internas
de voluntad y sentido anormal,
a volarse sobre esa coraza
que habla y quiere tanto,
atrévanse a meterse en su
crisálida dilapidada por
tanto arte y tantos
silencios dulces y equilibrados
como lo es quién destruye
esta tinta con formas
tan gráciles y sólidas.
Sniffert.
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