TRANSPOSICIÓN
Nos arrastra con fuerza hacia la orilla, damos vueltas y chocamos
contra la arena. Entre carcajadas nos levantamos y corremos hacia donde se
forman las olas más grandes que nuevamente nos abrazan: nos envuelven en su
torbellino imparable. Puedo sentir mi cuerpo girar al compas de ese bucle
estruendoso, donde es inútil resistir.
Mi hermano me agarra y otra vez nos zambullimos. Empiezo a nadar,
lo arrastro conmigo, sujeto a mi espalda. Esperamos.
El agua me llega hasta la cintura y a él casi hasta el cuello. Me
adelanto un poco más, con el fin de abalanzarme sobre él cuando la ola
llegue. Observo. A lo lejos comienza a
asomarse una que promete ser enorme: me preparo. Me doy vuelta para decirle a
mi hermano, pero no lo veo. Miro en todas direcciones, no está. Retrocedo, lo
llamo, avanzo nuevamente, grito. Solo el rugir de un viento cálido y salado
responde mi llamado. Me sumerjo y nado un par de metros. Abro los ojos: todo
esta espeso, nubes de arena me ciegan. Algo me agarra de los tobillos y
comienza tirarme hacia abajo: era él. Intento ponerme de pie pero no puedo; en
vez de eso nos hundimos cada vez más. Habíamos caído en un pozo.
Está aterrado: me sujeta
con fuerza y no me deja mover las piernas. No puedo nadar, la corriente nos
lleva aun más profundo. Intenta treparse
por mi cuerpo, pero me hunde aun más y más. Comienzo a desesperarme; mis brazos
no dan abasto, la boca se me llena de
agua y no tengo más aire. Sigue
llevándome hacia el fondo. Siento mi mente oscurecerse. Comienzo a retorcer mis
pies intentando zafarme de él pero no puedo: se aferra aun más. El pánico me
domina, ya no logro dominarme. Con todas mis fuerzas muevo mis piernas, las
retuerzo, lo empujo. Ya sumido en una total perdida de razón, logro soltarme y
le doy una terrible patada en la frente. Él cede; siento como las manos que
antes me aprisionaban se debilitan: pierde el conocimiento, me libera. Comienzo
a nadar, siento todo mi ser ahogarse en sí mismo. Antes de desvanecerme siento
una brisa en la cara, una gran bocanada de aire recorre mis venas. Abro los ojos, una gran ola me impacta en el
rostro.
Despierto. El corazón parece salir de mi pecho. Estoy empapado en
sudor y sumamente alterado. Intento calmarme. Tomo un vaso de agua y voy a la
pieza de mi hermano: aun tengo en la mente su imagen ahogándose. Entro
despacio, lo toco: está completamente mojado y frio. Prendo la luz. No respira:
está blanco, con un terrible golpe en la frente.
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