Una mañana, luego de un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se encontró
convertido en un extraño hippie. Noto que su habitación era distinta, y esas
cuatro hartas paredes que lo habían acompañado por años ya no se encontraban
allí, porque su tedioso cuarto era una camioneta Volkswagen de los años sesenta.
Intento moverse del lugar en el que estaba y sintió un arduo dolor es su
espalda y cuello, por lo que dedujo que había pasado la noche durmiendo en una
incómoda posición. Y así había sido, ya que su cuerpo yacía sobre una guitarra
polvorienta y gastada. No, no era un sueño. Él estaba allí
y era un hippie. Su melena larga se encontraba alborotada y casi tapando su
rostro, mientras que sus pies se encontraban descalzos y sucios ¿Qué me ha
pasado? Se preguntaba Gregorio ¿Cómo es que me he convertido en algo así?
Cuando decidió incorporarse oyó un ruido proveniente de debajo de él, y se
sobresaltó al ver que se trataba de un perro vagabundo que había ido a parar
allí debido a que la puerta de aquella camioneta se encontraba abierta.
Gregorio que no era muy afecto a los animales se paró de un salto para echar al
indefenso can, pero su cabeza se golpeó con el techo de dicho vehículo. El
perro asustado salió corriendo del lugar mientras que Gregorio se reponía de
aquel golpe y comenzaba a explorar el nuevo universo que lo rodeaba. En ese
preciso instante noto su harapienta ropa deshilachada mientras de fondo sonaba
“Love me do” de The Beatles ¿Qué es esa música y de donde proviene? Se
preguntaba en voz alta como si estuviera hablando con alguien, lo cual no hacia
debido a que allí solo había insectos, monstruosos insectos merodeando por el
desorden descomunal que se hallaba a los pies de Gregorio. Delante de él había
una enorme radio con una antena rota y remendada con mucha cinta, de dónde
provenía dicha música.
Gregorio suspiro profundamente y trato de ignorar el hecho de que era un
hippie, mientras también trato de restarle importancia al hecho de que la semana
pasada había sido una enorme cucaracha y que hasta donde él sabía no había
sobrevivido a las heridas causadas por un bombardeo de manzanas. Y ahora estaba
allí, siendo un hippie, siendo algo de nuevo, siendo… ¿En qué me convertiré la
semana que viene? Se preguntaba con ironía ¿Una mariposa, un delfín, un ave
quizás? Gregorio no podía responderse eso, como tampoco podía responderse
porque Frank Kafka lo había inventado, al igual que tampoco podía descifrar
porque nunca nada le emocionaba demasiado, ser una cucaracha gigante, ser un
roñoso hippie, ser. Él sentía que no era, y efectivamente luego de eso el
universo desapareció, y lo que viene después de esto es meramente responsabilidad
de la imaginación del lector.
Penny Lane (aun sobria).
No hay comentarios:
Publicar un comentario