"Twas brilling, and the slithy toves,
Did gyre and gimble in the wabe:
All mimsy were the borogoves,
And the mome raths outgrabe."
Lewis Carroll.
"Alpaquecía, y los flaqueños lurones,
giroscopaban y aujerizcaban en la colundación,
misébiles se encontraban los masquetzales,
deshogarados los cerdiluzcos rumberrearon."
Léon Noël.
"Enfilzaba, y los brumientes albinales,
circundoblaban y ajiliszcaban la volbontana,
destrasados se fruncían los loremas,
solestizada la grandilocerpa trajinaba."
Noél Leon.
"Era el folfoldial, y retorcimismaba el ozelote,
filoconcían y eunocaseaban trode de la claeonáuta,
acorazorados manutencían los lorzos,
tristeritaba el doser conmusquillando."
Marc Cram.
"Malditos poetas neologistas. Que los parta un rayo, blasfemos cacofónicos."
Platón.
lunes, 24 de febrero de 2014
Trovadoresco.
Les hablo a ustedes, pequeños troupes.
Desolados en la plenitud de sus vidas,
cansados e incomprendidos.
¿Qué obsesión los invade en estos días?
Acaso ¿han paseado en bicicleta hoy?
A ustedes, estoicos infantes, les hablo
con pasión en sus hermosas heridas.
Troupes, ansiosos, nerviosos, hermosos
aún son demasiado jóvenes para
sentir el éxtasis de la música, lo solitario
de la libertad, lo agridulce del dolor.
Ustedes, pequeños trotacalles, no dejen
que su amor los cambie, no dejen que
su dolor los olvide.
Porque ayer, hoy y siempre, ustedes
fueron lo único vivo en este lugar, y
aún con sus deseos de libertad, siguen
aquí, buscando ser más de lo que pueden.
Créme de l'air
Desolados en la plenitud de sus vidas,
cansados e incomprendidos.
¿Qué obsesión los invade en estos días?
Acaso ¿han paseado en bicicleta hoy?
A ustedes, estoicos infantes, les hablo
con pasión en sus hermosas heridas.
Troupes, ansiosos, nerviosos, hermosos
aún son demasiado jóvenes para
sentir el éxtasis de la música, lo solitario
de la libertad, lo agridulce del dolor.
Ustedes, pequeños trotacalles, no dejen
que su amor los cambie, no dejen que
su dolor los olvide.
Porque ayer, hoy y siempre, ustedes
fueron lo único vivo en este lugar, y
aún con sus deseos de libertad, siguen
aquí, buscando ser más de lo que pueden.
Créme de l'air
domingo, 23 de febrero de 2014
La misma parada, el mismo jueves.
A Gastón Tongas Lodos, quien me recuerda la importancia de pensar en todo esto.
A veces sólo me digo a mí misma C' est la vie.
La misma parada de siempre, podrían pintarla alguna vez. Gente, mucha gente acariciando el suelo con sus zapatos, esperando, viviendo. Gente que te quita espacio, te quita juventud, te quita un asiento en el micro. La vida pasa, el oeste 16 no. Es una noche triste, suena Fréderic Chopin, el colectivo por fin llega, vuelve la esperanza. No tenemos la suerte de vivir tan cerca para que nuestros pies nos lleven a lugares impensados. Sonreímos por dentro y subimos al micro. La misma rutina de siempre: saludar al chofer, no recibir saludo, sacar boleto y notar que el crédito de la Sube se está agotando, igual que se agotan los asientos y el espacio, igual que se agota la vida. Conseguimos un lugar entre la gente ¿acaso no dije que ella está aquí también? bueno, lo está. Debatimos si movernos ¿quién diseñó estos micros? esas barandas tan altas, tan amarillas, tan soberbias e inalcanzables, tal vez un fugaz recordatorio de que somos insignificantes; llego a tocarla con la yema de los dedos y no me siento mejor por eso. Prefiero un allegro maestoso, un larghetto o un vivace, prefiero las cornisas y zapatos gastados, las rutas y edificios, o las vías del tren. Prefiero caminar por los bordes donde es más seguro no caerse porque nadie golpea tu espalda, empuja tu cuerpo o te da un codazo. Opto por las cornisas porque te recuerdan que vivir es un atajo. El tiempo sigue pasando, airadamente lento, con ruido, con casas, con Chopin. Llega su parada. Ella baja, yo continuo <ojalá no supiera a dónde>. Me posiciono frente a la ventanilla, ya es de noche y afuera se huele tristeza ¿cómo es posible desde aquí adentro? el jueves está pensativo; me miro, y miro las plazas solas, los autos solos, la gente sola, los semáforos rotos, el vidrio sucio, la señora que duerme. Y por el reflejo noto que detrás de mí hay un hombre de pulóver azul ¿le habrá costado ponérselo? Chopin lo habrá ayudado, él siempre ayuda a todos, me ayuda ahora; y por eso sigo mirando hacia afuera, y él también lo hace ¿o no? Quizás no. Puede que mire su reflejo en el vidrio sucio, o mire que lo estoy viendo a través del vidrio <sucio>. Es extraño, dudo que sea real. Un asiento se desocupa, pero nadie se sienta en él ¿por qué no lo harán? ¿qué tendrá de malo aquel asiento? <yo jamás voy a saberlo> junto al asiento hay un chico con ojos tristes y cabeza apoyada en el vidrio. Siento pena por él <por mí> Parece estar recordando algo ¿será feliz? ¿estará triste o estará cansado? ¿no es lo mismo acaso? aunque sienta pena por él no me siento a su lado, nadie se sienta. Tengo impulsos de llorar, quizás porque falta poco para que algo suceda. No sé bien qué. Vuelvo a mirar afuera y la tristeza sigue ahí, junto con la vida y los árboles. Un hombre me empuja para pasar y noto la increíble coreografía coordinada que hacen los cuerpos en el impulso de pararse y sentarse y quejarse y vivir. Las cabezas todas iguales, mirando hacia la nada que resulta <a veces|> ser algo, y los pies buscando convertirse en algo más, queriendo encontrar una posición interesante. De pronto tiemblo y un brazo me codea <sin querer>. Quizás ya no sienta nada. Veo la luna borrosa y siento que va llegando el final, mi parada. No puede ser ahora, no ahora que pensé en todo esto. Chopin no deja de tocar, arte y libertad, como el teclado y las sabanas transparentes, la lluvia y la soledad, igual que la luna cuando la pintamos con acuarelas rojoamarilloblanco en el ventrículo derecho, con círculos de porcelana roja que dejan entrever las cosas que dejamos, las cosas que perdimos, las que nos olvidamos en un café de Buenos Aires mientras pensábamos que la calle no era derecha y llena de vida como en esa foto que el diario nos mostró. Y nos sentimos mal. Y sabemos que el micro ya está doblando en aquella rotonda y ya no hay marcha atrás; otra vez a la cárcel y al paraíso, de nuevo de nuevo y una vez más. Ya no hay libros, ni casas, ni oestes, ni gente autómata que no siente, que no ve, que no piensa en estas cosas porque no miran a quien los mira por la ventanilla. Ya faltan tres calles, me acerco a la puerta, leo PROHIBIDO FUMAR Y SALIVAR ¿dónde, está sociedad, ha preferido insertar la libertad? De nuevo veo a esa chica que vi la semana anterior ¿nunca dejará de hablar? parece feliz. Dos personas más se acercan a mí, ellos son felices. Un parpadeo y un fluir: Hay toldos y lodos, hay lodas y toldas, y lados y taldas y palas y muertos y tolodas y das, y tol, y el timbre suena. El arte de bajar implica leer la puerta, a través de la puerta, hacia la puerta y bajar. El micro va frenando despacio, ni siquiera logro conocer quién es esa chica de ojos negros que me mira por el reflejo de la puerta, antes de que todo concluya. Me distraje un momento y el micro freno con brusquedad<Al fin> La noche promete tristeza. Comienzo a bajar lentamente, veo a la vida tras un árbol. Ya es tarde, mañana tengo que madrugar. Pero vuelvo a bajar; bajo dos veces a la realidad y a la vereda, y piso el mundo, floto un segundo y mis pies se aploman como dos cisnes taciturnos resignados a caminar. Y así, bajando veo la luna de nuevo borrosa, y camino a casa. Todo termino ya. Mañana será otro oeste 16, mañana será otro... mañana será... mañana ya no es hoy.
Créme de l'air
A veces sólo me digo a mí misma C' est la vie.
La misma parada de siempre, podrían pintarla alguna vez. Gente, mucha gente acariciando el suelo con sus zapatos, esperando, viviendo. Gente que te quita espacio, te quita juventud, te quita un asiento en el micro. La vida pasa, el oeste 16 no. Es una noche triste, suena Fréderic Chopin, el colectivo por fin llega, vuelve la esperanza. No tenemos la suerte de vivir tan cerca para que nuestros pies nos lleven a lugares impensados. Sonreímos por dentro y subimos al micro. La misma rutina de siempre: saludar al chofer, no recibir saludo, sacar boleto y notar que el crédito de la Sube se está agotando, igual que se agotan los asientos y el espacio, igual que se agota la vida. Conseguimos un lugar entre la gente ¿acaso no dije que ella está aquí también? bueno, lo está. Debatimos si movernos ¿quién diseñó estos micros? esas barandas tan altas, tan amarillas, tan soberbias e inalcanzables, tal vez un fugaz recordatorio de que somos insignificantes; llego a tocarla con la yema de los dedos y no me siento mejor por eso. Prefiero un allegro maestoso, un larghetto o un vivace, prefiero las cornisas y zapatos gastados, las rutas y edificios, o las vías del tren. Prefiero caminar por los bordes donde es más seguro no caerse porque nadie golpea tu espalda, empuja tu cuerpo o te da un codazo. Opto por las cornisas porque te recuerdan que vivir es un atajo. El tiempo sigue pasando, airadamente lento, con ruido, con casas, con Chopin. Llega su parada. Ella baja, yo continuo <ojalá no supiera a dónde>. Me posiciono frente a la ventanilla, ya es de noche y afuera se huele tristeza ¿cómo es posible desde aquí adentro? el jueves está pensativo; me miro, y miro las plazas solas, los autos solos, la gente sola, los semáforos rotos, el vidrio sucio, la señora que duerme. Y por el reflejo noto que detrás de mí hay un hombre de pulóver azul ¿le habrá costado ponérselo? Chopin lo habrá ayudado, él siempre ayuda a todos, me ayuda ahora; y por eso sigo mirando hacia afuera, y él también lo hace ¿o no? Quizás no. Puede que mire su reflejo en el vidrio sucio, o mire que lo estoy viendo a través del vidrio <sucio>. Es extraño, dudo que sea real. Un asiento se desocupa, pero nadie se sienta en él ¿por qué no lo harán? ¿qué tendrá de malo aquel asiento? <yo jamás voy a saberlo> junto al asiento hay un chico con ojos tristes y cabeza apoyada en el vidrio. Siento pena por él <por mí> Parece estar recordando algo ¿será feliz? ¿estará triste o estará cansado? ¿no es lo mismo acaso? aunque sienta pena por él no me siento a su lado, nadie se sienta. Tengo impulsos de llorar, quizás porque falta poco para que algo suceda. No sé bien qué. Vuelvo a mirar afuera y la tristeza sigue ahí, junto con la vida y los árboles. Un hombre me empuja para pasar y noto la increíble coreografía coordinada que hacen los cuerpos en el impulso de pararse y sentarse y quejarse y vivir. Las cabezas todas iguales, mirando hacia la nada que resulta <a veces|> ser algo, y los pies buscando convertirse en algo más, queriendo encontrar una posición interesante. De pronto tiemblo y un brazo me codea <sin querer>. Quizás ya no sienta nada. Veo la luna borrosa y siento que va llegando el final, mi parada. No puede ser ahora, no ahora que pensé en todo esto. Chopin no deja de tocar, arte y libertad, como el teclado y las sabanas transparentes, la lluvia y la soledad, igual que la luna cuando la pintamos con acuarelas rojoamarilloblanco en el ventrículo derecho, con círculos de porcelana roja que dejan entrever las cosas que dejamos, las cosas que perdimos, las que nos olvidamos en un café de Buenos Aires mientras pensábamos que la calle no era derecha y llena de vida como en esa foto que el diario nos mostró. Y nos sentimos mal. Y sabemos que el micro ya está doblando en aquella rotonda y ya no hay marcha atrás; otra vez a la cárcel y al paraíso, de nuevo de nuevo y una vez más. Ya no hay libros, ni casas, ni oestes, ni gente autómata que no siente, que no ve, que no piensa en estas cosas porque no miran a quien los mira por la ventanilla. Ya faltan tres calles, me acerco a la puerta, leo PROHIBIDO FUMAR Y SALIVAR ¿dónde, está sociedad, ha preferido insertar la libertad? De nuevo veo a esa chica que vi la semana anterior ¿nunca dejará de hablar? parece feliz. Dos personas más se acercan a mí, ellos son felices. Un parpadeo y un fluir: Hay toldos y lodos, hay lodas y toldas, y lados y taldas y palas y muertos y tolodas y das, y tol, y el timbre suena. El arte de bajar implica leer la puerta, a través de la puerta, hacia la puerta y bajar. El micro va frenando despacio, ni siquiera logro conocer quién es esa chica de ojos negros que me mira por el reflejo de la puerta, antes de que todo concluya. Me distraje un momento y el micro freno con brusquedad<Al fin> La noche promete tristeza. Comienzo a bajar lentamente, veo a la vida tras un árbol. Ya es tarde, mañana tengo que madrugar. Pero vuelvo a bajar; bajo dos veces a la realidad y a la vereda, y piso el mundo, floto un segundo y mis pies se aploman como dos cisnes taciturnos resignados a caminar. Y así, bajando veo la luna de nuevo borrosa, y camino a casa. Todo termino ya. Mañana será otro oeste 16, mañana será otro... mañana será... mañana ya no es hoy.
Créme de l'air
jueves, 20 de febrero de 2014
El soliloquio de Roland Francis Dhull
Max Ernst.
Mientras todo buho se despreocupa del Solsticio voy a trepar a la más alta tumba y voy a momificar lo poco que queda de la rosa de los vientos tomaré el viento
y lo haré parte de mi altar a las diosa Artemisa diosa que produjo el soliloquio del nogal diosa a la que Nietzsche intenta asesinar no se da cuenta ese tuberculoso funebrero que el hombre es el primer dios que el hombre ha nacido dios
y nada puede detenerlo en su afán por martirizarlo todo nada cuenta nada queda
Nietzsche debería matar al hombre instead
entre los pétalos de la rosa de los vientos ya Artemisa ha quedado inconsciente en el suelo Nietzsche se regodea en el Salón blandiendo su Florero ese florero es el arma homicida
el acto edípico ha sido llevado a cabo EL YERMO DESIERTO HA DADO A LUZ A LA INFELIZ TRAGEDIA LA HA VESTIDO DE OCASOS y no hay raíz ni fermento solo rojo
rojo como la inmensa galáxia descomunal descomunal como la inmensa galáxia y perfecta
perfecta como la corbata de Nietzsche no hay vuelta atrás el acto se ha llevado a cabo
la obra final y yo no creo de ninguna manera que el final sea feliz la verdad es que pienso que todo esto es una gran tragedia una inevitable tragedia de la que nadie se ha dado Cuenta aún una tragedia venidera una Tragedia a la que nombrarán "Galimatheais" una tragedia fermentada desde hace siglos una modernidad desusada una modernidad inútil y desnutrida algo sucio será algo sucio será eso es lo único que sé.
Roland Francis Dhull.
Dichos I
"Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo."
Arquímedes.
"Arquímedes, el punto de apoyo del mundo es el corazón. No habrá como puedas mover el mundo si no descorazonas a alguien o al menos una fruta."
Alejandra Pizarnik.
"El corazón que busca Arquímedes es el corazón que late entre los árboles, que late al unísono de la tierra, lento, encumbrado, pero cercano, lento como los pasos, lento, un lento latir inevitable."
Jacobo Fijman.
"El corazón es el punto de apoyo del mundo, pero también es el punto de fuga. El mayor punto de fuga que alguna vez he visto."
Enrique Molina.
"El ping-pong del diablo contra dios no cesará porque nunca empezó."
Lao Tse.
"Había visto las ruinas de una noche enfermiza, había escuchado al único violinista que ante la muerte en vez de ruitinariamente tocar su violín, trató de torturarme. Ya lo había visto todo pero Arquímedes se resistía a dejarme en paz, estropeaba la luz, rompía mis silencios, quería darle la vuelta al mundo cuando nosotros ya lo hicimos. El pobre Arquímedes no sabe que por más revoluciones que ocurran siempre seremos humanos."
Jean-Pierre Grueth.
"Jean-Pierre Grueth no es ni sabio ni mendigo, es un pobre burgues capitalista. Nada más y nada menos."
Allen Ginsberg.
"La suerte no existe y al mismo tiempo es la prostituta más grande que el mundo dio a luz. Arquímedes es el único poeta que busca la verdadera revolución."
Isidore L. Ducasse.
"Recuerdo aquel día en el que Maldoror y yo jugamos sin ningún resentimiento. El corazón como punto de apoyo del mundo parece haber sido dejado de lado. Ya no se lee poesía, ya no se ahorcan niños de pecho. El mundo se ha afrancesado, se ha vuelto más competitivo para nosotros, Maldoror. Los niños masacrados están en los noticieros, se televisan las crucificiones. Maldoror, nos han ganado de mano estos bastardos."
Charles Baudelaire.
"Enfermo, podrido, y aún así de granito. El ángel enfermo de la sociedad se arrastra, de rodillas, ya no sirve de nada la misericordia ni la lástima. Esas mierdas son para los perros, no para los ángeles."
Frances Faraday.
"Rotten, sick, filled with anger. The rhythm of a thousand tangled wings that wait for their saint, Archimedes. Drooling child of ancient times, carry our word of despair, tremble for the safety of our mother-nature."
Aldous Huxley.
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