Muy buenas noches damos y caballeras, sean más que bienvenidos a esta función de bajo presupuesto y alto corazón. Para el disfrute y/o asombro tanto de la dama como del vagabundo, del niño y el anciano, del cuerdo y del loco de atar, hemos desarrollado esta nueva forrrrrmula. SI SI SI, bien ha visto y oído y olfateado usted. Aquí tenemos la verdadera razón, motivo Y circunstancia por la cual un ser humano SE MUERE de soledad, dolencia muy común en estos días que corren (vuelan o se arrastran, elija usted). Ya veo retintinear, claudicar, amaniguar y repimpinear esos miles de ojos en el público presente, que se creen exentos de semejante cuestión. Y eso debe ser, en efecto, porque han averiguado la formula por sí mismos. Para los que no la han averiguado aún, pueden llevársela a sus respectivas casas a un costo totalmente GRATIS. Veo impaciencia en las caras del público, por lo que no voy a hacerme esperar más, sepan disculpar, pero tamaña magnitud de descubrimiento merece todas las presentaciones y rodeos del mundo. La única forma de no padecer y terminar cediendo a semejante dolencia humana es ENAMORARSE. Así es querido público presente: e-na-mó-re-ce. No importa de quién ni cuando, sea de esa niña de ojos negros y cabello trenzado, de eso mocito de despeinados rizos y sonrisa fácil, de esa flor violeta que se encuentra todos los días a la misma hora en la plaza o del ave que anida en su balcón. Y de más está decir que no lo haga una única vez ni para siempre, que ninguno aquí es infinito! Enamórece la mayor cantidad de veces que su cuerpo se lo permita. Haga el amor con amor real, no por pura fisiología. Regálele su sonrisa al universo, abrace al árbol, bese al cachorro, entréguele su corazón en un paquete de regalo al cielo.
Disculpe caballero, qué dice? No lo he oído bien. Que discrepa conmigo? Que el amor y el cielo y las flores violetas son chucherías? Entiendo su preocupación y su punto de vista. Creamé que le creo. Pero le respondo con todo respeto, que lo que le impide ver a usted es el miedo. El miedo a que el cuerpo de quién lo enamora no le corresponda. Teme que la flor a quien ama le de vuelta los pétalos, que el mozo que ve pasar por la puerta de su casa no le devuelva la sonrisa.
Ahora, yo le pregunto: no cree que ellos tendrán el mismo miedo? No cree que la mayoría de nosotros andamos con la vista fija en los zapatos, las espaldas arqueadas y el corazón con candado porque nos apena la falta de correspondencia? Porque le damos más vuelta y razón a la forma, que al contenido mismo?
Así es, caballeros y damas y flores y pájaros que anidan en el balcón. Compren papel de regalo, envuélvanse en él, y mándense por correo al universo. Por que la única manera de sobrevivir a la soledad en estos días que corren, es lograr que alguien, en alguna parte del mundo, deje su ventana abierta para que cualquiera pueda aterrizar. Es lograr que otro te mire a los ojos sostenidamente, sin bajar la mirada. Que alguien sienta las irrefrenables ganas de abrazarte, de no dejarte solo. Y eso, solo podrá lograrse el día que uno mismo deje abierta su ventana, sostenga la mirada, y tenga la irrefrenable necesidad de no dejar solo a nadie más.